Cuando decimos que es necesario fortalecer las instituciones democráticas, estamos marcando un rumbo, estamos señalando el camino que se debe seguir; cuando decimos que la política sin moral es basura, cuando decimos que las leyes deben tender al afianzamiento de los valores morales de una sociedad, estamos diciendo que queremos consolidar la democracia para los tiempos futuros.
El aval judicial a través de la Cámara Nacional Electoral a las candidaturas testimoniales y a la candidatura del santacruceño Néstor Kirchner consagra una bofetada a las instituciones democráticas, en una sentencia que implica respaldar cualquier actitud desleal, inmoral, deshonesta, y declarar -sin tapujos- que “vale todo”.
Asistimos a un divorcio en este trío en el que el derecho, la moral y la justicia no parecen querer reconciliarse. No es posible quedarnos impávidos ante la irrupción de la idea de que es posible interpretar las leyes alejándonos de la moral; es escandalosa la pasividad de quienes asisten inertes al espectáculo en el que los jueces se declaran incapaces de hacer Justicia, mientras amordazan a la Moral y le hacen decir al Derecho cosas que él nunca quiso decir.
Mañana habrá mejores jueces, otros intérpretes del Derecho, mañana habrá otras leyes, pero lo que no puede hacerse esperar es la reacción social que condene las conductas que atentan contra las instituciones y los mejores valores de la Democracia. Por supuesto que no vale todo, pero a falta de leyes expresas, o a falta de jueces con coraje, una vez más recae la responsabilidad en la sociedad argentina que dará a conocer su sentencia el próximo 28 de Junio.